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ADOLFO BIOY CASARES Y SILVINA OCAMPO
Por Elena Luz González Bazán especial para Arte y Cultura Latitud Periódico y Villa Crespo Digital
13 de septiembre del 2017
De Recoleta a Palermo de Palermo a Recoleta
Ambos escritores compartieron su vida y las viviendas.
Adolfo Bioy Caseros comentaba en un relato que hacía, afirmaba que Jorge Luis Borges, con quien compartieron pensamientos y prácticas literarias, decía: "Qué rico es Buenos Aires; pensar que a dos cuadras de esa casa estaba la tuya, y a dos cuadras la de Xul. No es extraño que esa gente coexista en el espacio, sino en el tiempo".
El escritor y poeta Borges se refería a la propiedad de Laprida al 1200, antes Barrio Norte, hoy en los territorios de Recoleta, allí vivieron la pareja Bioy y Silvina, luego, entre 1940 y 1942 residieron en avenida Coronel Díaz 2730, barrio de Palermo. Posteriormente se mudaron a un tríplex en Santa Fe y Ecuador, Barrio Norte hoy Recoleta.
OBRAS DE BIOY CASARES
“La invención de Morel”, “Plan de evasión”, “El sueño de los héroes”, “De un mundo a otro”, “El lado de la sombra”, “Diario de la guerra del cerdo”, “La muñeca rusa”, “Historias fantásticas”, “El héroe de las mujeres” y “Una magia modesta”, algunas de sus obras.
CUENTOS CORTOS
El caso de los viejitos voladores
Un diputado, que en estos años viajó con frecuencia al extranjero, pidió a la cámara que nombrara una comisión investigadora. El legislador había advertido, primero sin alegría, por último con alarma, que en aviones de diversas líneas cruzaba el espacio en todas direcciones, de modo casi continuo, un puñado de hombres muy viejos, poco menos que moribundos. A uno de ellos, que vio en un vuelo de mayo, de nuevo lo encontró en uno de junio. Según el diputado, lo reconoció “porque el destino lo quiso”.
En efecto, al anciano se lo veía tan desmejorado que parecía otro, más pálido, más débil, más decrépito. Esta circunstancia llevó al diputado a entrever una hipótesis que daba respuesta a sus preguntas.
Detrás de tan misterioso tráfico aéreo, ¿no habría una organización para el robo y la venta de órganos de viejos? Parece increíble, pero también es increíble que exista para el robo y la venta de órganos de jóvenes. ¿Los órganos de los jóvenes resultan más atractivos, más convenientes? De acuerdo: pero las dificultades para conseguirlos han de ser mayores. En el caso de los viejos podrá contarse, en alguna medida, con la complicidad de la familia.
En efecto, hoy todo viejo plantea dos alternativas: la molestia o el geriátrico. Una invitación al viaje procura, por regla general, la aceptación inmediata, sin averiguaciones previas. A caballo regalado no se le mira la boca.
La comisión bicameral, para peor, resultó demasiado numerosa para actuar con la agilidad y eficacia sugeridas. El diputado, que no daba el brazo a torcer, consiguió que la comisión delegara su cometido a un investigador profesional. Fue así como El caso de los viejos voladores llegó a esta oficina.
Lo primero que hice fue preguntar al diputado en aviones de qué líneas viajó en mayo y en junio.
“En Aerolíneas y en Líneas Aéreas Portuguesas” me contestó. Me presenté en ambas compañías, requerí las listas de pasajeros y no tardé en identificar al viejo en cuestión. Tenía que ser una de las dos personas que figuraban en ambas listas; la otra era el diputado.
Proseguí las investigaciones, con resultados poco estimulantes al principio (la contestación variaba entre “Ni idea” y “El hombre me suena”), pero finalmente un adolescente me dijo “Es una de las glorias de nuestra literatura”. No sé cómo uno se mete de investigador: es tan raro todo. Bastó que yo recibiera la respuesta del menor, para que todos los interrogados, como si se hubieran parado en San Benito, me contestaran: “¿Todavía no lo sabe? Es una de las glorias de nuestra literatura”.
Fui a la Sociedad de Escritores donde un socio joven confirmó en lo esencial la información. En realidad me preguntó:
-¿Usted es arqueólogo?
-No, ¿Por qué?
-¿No me diga que es escritor?
-Tampoco.
-Entonces no lo entiendo. Para el común de los mortales, el señor del que me habla tiene un interés puramente arqueológico. Para los escritores, él y algunos otros como él, son algo muy real y, sobre todo, muy molesto.
-Me parece que usted no le tiene simpatía.
-¿Cómo tener simpatía por un obstáculo? El señor en cuestión no es más que un obstáculo. Un obstáculo insalvable para todo escritor joven. Si llevamos un cuento, un poema, un ensayo a cualquier periódico, nos postergan indefinidamente, porque todos los espacios están ocupados por colaboraciones de ese individuo o de individuos como él. A ningún joven le dan premios o le hacen reportajes, porque todos los premios y todos los reportajes son para el señor o similares.
Resolví visitar al viejo. No fue fácil. En su casa, invariablemente, me decían que no estaba. Un día me preguntaron para qué deseaba hablar con él. “Quisiera preguntarle algo”, contesté. “Acabáramos”, dijeron y me comunicaron con el viejo. Este repitió la pregunta de si yo era periodista. Le dije que no. “¿Está seguro? preguntó.
“Segurísimo” dije. Me citó ese mismo día en su casa.
-Quisiera preguntarle, si usted me lo permite, ¿por qué viaja tanto?
-¿Usted es médico? -me preguntó-. Sí, viajo demasiado y sé que me hace mal, doctor.
-¿ Por qué viaja? ¿Por qué le han prometido operaciones que le devolverán la salud?
-¿De qué operaciones me está hablando?
-Operaciones quirúrgicas.
-¿Cómo se le ocurre? Viajaría para salvarme de que me las hicieran.
-Entonces, ¿por qué viaja?
-Porque me dan premios.
-Ya un escritor joven me dijo que usted acapara todos los premios.
-Si. Una prueba de la falta de originalidad de la gente. Uno le da un premio y todos sienten que ellos también tienen que darle un premio.
-¿No piensa que es una injusticia con los jóvenes?
-Si los premios se los dieran a los que escriben bien, sería una injusticia premiar a los jóvenes, porque no saben escribir. Pero no me premian porque escriba bien, sino porque otros me premiaron.
-La situación debe de ser muy dolorosa para los jóvenes.
-Dolorosa ¿Por qué? Cuando nos premian, pasamos unos días sonseando vanidosamente. Nos cansamos. Por un tiempo considerable no escribimos. Si los jóvenes tuvieran un poco de sentido de la oportunidad, llevarían en nuestra ausencia sus colaboraciones a los periódicos y por malas que sean tendrían siquiera una remota posibilidad de que se las aceptaran. Eso no es todo. Con estos premios el trabajo se nos atrasa y no llevamos en fecha el libro al editor. Otro claro que el joven despabilado puede aprovechar para colocar su mamotreto. Y todavía guardo en la manga otro regalo para los jóvenes, pero mejor no hablar, para que la impaciencia no los carcoma.
-A mí puede decirme cualquier cosa.
-Bueno, se lo digo: ya me dieron cinco o seis premios. Si continúan con este ritmo ¿usted cree que voy a sobrevivir? Desde ya le participo que no. ¿Usted sabe cómo le sacan la frisa al premiado? Creo que no me quedan fuerzas para aguantar otro premio.
Microcuento
Retrato del héroe
Algunos al héroe lo llaman holgazán. Él se reserva, en efecto, para altas y temerarias empresas. Llegará a las islas felices y cortará las manzanas de oro, encontrará el Santo Grial y del brazo que emerge de las tranquilas aguas del lago arrebatará la espada del rey Arturo. A estos sueños los interrumpe el vuelo de una reina. El héroe sabe que tal aparición no le ofrece una gloriosa aventura, ni siquiera una mera aventura -desdeña la acepción francesa del término- pero tampoco ignora que los héroes no eluden entreveros que acaban en la victoria y en la muerte. Porque no se parece a nuestros héroes criollos, no sobrevive para contar la anécdota. ¿Quiénes la cuentan? Los sobrevivientes, los rivales que él venció. Naturalmente, le guardan inquina y se vengan llamándolo zángano.
FIN
SILVINA OCAMPO
POEMAS
A veces te contemplo en una rama…
A veces te contemplo en una rama,
en una forma, a veces horrorosa,
en la noche, en el barro, en cualquier cosa,
mi corazón entero arde en tu llama.
Y sé que el cielo entre tus labios me ama,
que el aire forma tu perfil de diosa
de oro y de piedra, sola y orgullosa,
que nadie existirá si no te llama.
Entre tus manos quedaré indefensa,
no viviré si no es para buscarte
y cruzaré el dolor para adorarte,
pues siempre me darás tu recompensa,
que es mucho más de lo que te he pedido
y casi todo lo que habré querido. |
La vida infinita
A veces me pregunto, al escuchar
como un recuerdo ya, el zorzal cantar
en los fondos más dóciles del sueño,
qué persigue la vida en su diseño
y en qué nos tornaremos cuando nada
nos distinga del aire y de la oleada
del mar que baña orillas de la tierra
donde nacemos y algo nos destierra.
Cuando llegue Átropos, supersticiosa,
con su cara de negra mariposa,
¿tendremos el anillo de oro mágico
que nos protegerá del hado trágico?
¿O tendremos las alas, el caballo,
que traspasará el vidrio como un rayo?
¿O perderemos todo en un momento
con el secreto y breve adiestramiento
que nos dan ya las cosas indistintas?
No escribiremos con las mismas tintas.
No pasará Alejandro Nevsky sólo
con música, armadura y protocolo
en los cinematógrafos oscuros.
No existirán los largos, largos muros
en el remoto imperio de la China;
ni en el Tibet los monjes, su doctrina.
No existirán las sombras ni los piélagos.
ni las montañas ni los archipiélagos,
ni esos bustos dorados, ni esos nombres
ni esa voz que venera el pueblo, de hombres.
No habrá tigres ni monstruos de cemento,
ni la proclamación del monumento.
No habrá teatros y gentes y mercados,
agapantos, lugares retirados,
donde canta el calor con sus chicharras
o la lluvia en los techos de pizarras.
No sabremos que existe Egipto, el Nilo,
ni leeremos las páginas de Esquilo.
No veremos en ciertos ojos almas
que besan a la nuestra en nuestras palmas.
En el itinerario de los días,
a veces víctimas de brujerías,
no omitiremos lo que más amamos
para incluir luego lo que detestamos.
No existirá el lustral Mediterráneo,
ni las plantas, ni el sol contemporáneo.
No habrá calles con nombres previsibles,
ni metales ni piedras más sensibles.
No estará el mismo río sobre el barro,
las quemas de basuras ni ese carro,
con perros que en las noches del suburbio.
se pierden junto a un niño cruel y rubio.
No habrá reinas de Egipto, ni monedas
que conservan sus caras, ni habrá sedas.
Si hoy existimos, para no morirnos
mañana lograremos no eximirnos
del universo al inventar un mundo
para vivir de nuevo. Vagabundo
como nosotros nuestro pensamiento
recordará quizás un alimento,
un dolor, un estigma, una pasión,
un rostro pálido, la comunión,
y por ejemplo dentro de algún verso
de San Juan de la Cruz un ciervo, un cierzo,
para otra vez incluirnos en la historia.
¿Será como una jaula la memoria?
El Sésamo Ábrete de recordar,
de nuevo nos pondrá en nuestro lugar
o en lugares distintos como ciegos
que no se reconocen, como en juegos.
Fuentes: Varias, ciudad selva y fuentes propias.
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